El punto de partida
Según la Wikipedia, un negocio es una organización legalmente reconocida destinada a proporcionar bienes, servicio o ambos, a otros negocios a cambio de dinero. Los propietarios de negocios privados con ánimo de lucro tienen entre sus objetivos principales generar beneficios a cambio de trabajo y aceptación de riesgos. Así que tener un negocio supone principalmente la aceptación de riesgos a cambio de efectuar determinadas acciones que den como resultado un beneficio (que entre más dinero del que sale).
¿Sabías que las empresas tienden a tener beneficio cero a largo plazo?
Imaginad una empresa que tiene un solo producto. Para que la empresa tenga beneficios, los ingresos que obtiene de las ventas deben ser superiores a los costes de dicho producto, más los costes de comercializarlo más los costes de la estructura necesaria para gestionar dicha actividad.
Imaginad que es un buen producto que tiene éxito en el mercado y que la empresa tiene resultados positivos, es decir, beneficio. El hecho de que sea un buen negocio provocará que aparezcan empresas que copien el producto en cuestión. Probablemente venderá el producto a precios más bajos para tomar una parte del mercado. Como respuesta, la empresa del ejemplo puede entrar en una guerra de precios y bajarlos, o bien puede dedicar recursos (¡gastar más!) a hacer innovación en el producto y/o en los procesos, de forma que pueda adecuar la propuesta de valor a las variaciones de la demanda del mercado. En cualquier caso, el aumento de la competencia (más empresas haciendo lo mismo), impulsará los precios a la baja y la dedicación de recursos para contrarrestarlo provocará un aumento de los gastos que provocará la tendencia a largo plazo de beneficio cero.
Si no se detecta a tiempo la perdida de los márgenes (antes de entrar en pérdidas), la empresa puede requerir de financiación para seguir con su operativa, para seguir funcionando. Pero la necesidad de dinero en la caja puede estar encubriendo una falta de resultados positivos no diagnosticada. Demasiadas veces se piensa erróneamente que “si hay dinero en el banco vamos bien, si no, no”.
El ejemplo es una simplificación, porque la mayoría de las empresas no tienen un solo producto, aunque sirve para ilustrar que la sostenibilidad empresarial pasa por la innovación constante. Aceptar el cambio como la única constante en la vida empresarial. Las empresas que han sobrevivido décadas lo saben. Pero cuando el entorno era más estable y la economía local no era tan compleja, aun no le llamábamos innovación.
Mejorar las finanzas de la empresa no tiene por qué ser aumentar la financiación. Las finanzas son las consecuencias de las acciones que se hacen respecto a los clientes y el mercado, sobre el producto y sobre el servicio prestado.
Cuando aflora un problema en los resultados o en la tesorería, el punto de partida debe orientarse a descubrir el origen de las causas de las dificultades de hoy. Sin un buen diagnóstico sobre el problema que esté afectando a las finanzas, aumentar la financiación puede convertirse en un acelerador de los problemas no identificados. Un buen diagnóstico no nos sitúa (todavía) en el camino de la solución, pero es la foto de partida imprescindible.